Canción ahogada.
Dejadme con mis fantasmas
infatigables,
con mi carga de llanto brumoso,
con mi desesperación
ciudadana, en esta hora que se
desangra entre paredes.
Pedro
Francisco Lizardo.
La fatiga agobia mis sentidos
El tedio por enamorar a la luna
Inclinar mi voz bajo un aspecto
(Cobarde y metálico) se hizo
constante.
Nunca camine por las sendas del
olvido.
Pero olvide dejar atrás la
nostalgia gris
Esa estatua amontonada de sangre
ardiendo fue enterrada en la
monotonía del cielo.
Quiero borrar las distancias,
quemarlas
En agrios licores, sentir que la
desesperación,
La duda, el limbo, fueron
intercambiadas
en un trueque lunar por la
suavidad de tu piel,
el espectáculo de tus pupilas
incendiándose.
Los certificados de alegría
caducaron, esa noche,
de pómulos cerrados, de los fríos servicios
del tiempo,
de la respuestas inevitables.
Ese rustico papel se añicos
cuando la incertidumbre hizo presencia
en las cumbres del cielo.
Invente el día con miradas
compradas, mantuve la
noche entre sofocadas tinieblas
de metal. El germinado
amanecer ofrece una esperanza
que no tiene precio
pero que se lanza al abismo.
Ahora solo me queda sellar y
permanecer quieto
A pesar de que me sentí
desterrado, ignorado, solitario
Gozoso, aventurero, impío,
limpio y amo. Estoy sentado
Rodeado de tu aura, de tu halito
inmortal, ese que me envuelve
Que me abate, que duerme y
despierta mi confianza
Vegetal.
Mi sangre enamorada pasa con
sigilo por tu casa
Se disuelve lentamente en las
madrugadas, para renacer
Gloriosamente al terminar el
ocaso.
Estoy sentado entre campanas y
alabanzas de aire,
al borde del camino. Esperando que vengas
Conjugada, con una lenta y
silenciosa
Melodía.
Estoy sentado al borde del camino
cantando una melodía…